Probando hipótesis históricas.






Una de las implicaciones de la falta de acceso directo al pasado concierne a la capacidad de prueba de las hipótesis históricas. El historiador no puede realizar experimentos en su trabajo como un científico. Sin embargo, se puede argumentar que incluso las hipótesis del historiador son comprobables a través del examen de su consistencia lógica, así como en su capacidad de explicar la evidencia histórica.

Más bien, la pregunta clave gira en torno a cómo el historiador puede aplicar realmente su prueba. Puede ser el caso, como algunos han notado, que él aplica tal prueba de una manera similar a como lo hace el científico. Por ejemplo, parece haber congruencia entre un modelo, el modelo hipotético-deductivo, que uno adopta en las ciencias, el cual puede ayudar muy bien en la tarea de los historiadores. Este modelo formula una hipótesis en una forma que podría ser falsificada por una prueba sobre datos observables (1).

Así, el científico inventa una hipótesis para proporcionar una explicación de los hechos disponibles y luego deduce de la hipótesis condiciones específicas que confirmarían o refutarían la hipótesis.
El historiador es capaz de seguir este mismo método, ya que es capaz de reconstruir una imagen del pasado que constituye su hipótesis. Posteriormente, es capaz de deducir ciertas condiciones de su hipótesis que confirmarán o refutarán a la misma. A continuación, evalúa qué condiciones existen a través de, no experimentos científicos como lo realiza un científico, sino por la evidencia histórica.

Como explicaba el influyente arqueólogo e historiador Robin Collingwood:

Robin George Collingwood (1889-1943), destacado e influyente filósofo e historiador británico.

La imagen del pasado que tiene el historiador está en una relación peculiar con algo llamado evidencia. La única manera en que el historiador puede juzgar su verdad es considerando ésta relación " (2).

La hipótesis del historiador, explicó Collingwood, debe ser corroborada por la evidencia, por ejemplo, evidencia arqueológica.

William Debbins, escritor sobre asuntos relacionados con la filosofía de la historia, señala que:

“Al tratar las monedas, cerámica, armas y otros artefactos como evidencia, el historiador levanta su estudio al nivel de una ciencia. Lo que sucedió en el pasado es lo que la evidencia indica que ha sucedido" (3).


Además, más allá del modelo hipotético-deductivo se puede emplear el modelo más contemporáneo de inferencia a la mejor explicación. Gilbert Herman, a mediados de los años sesenta, era la mente detrás de este razonamiento deductivo; él explica que:

"...al deducir esta inferencia, se infiere, por el hecho de que una cierta hipótesis explicaría la evidencia, a la verdad de esa hipótesis. En general, habrá varias hipótesis que podrían explicar la evidencia, por lo que uno debe ser capaz de rechazar todas esas hipótesis alternativas antes de que uno se justifique en hacer la inferencia. De este modo se infiere, desde la premisa de que una hipótesis dada proporcionaría una "mejor" explicación de la evidencia que cualquier otra hipótesis, a la conclusión de que la hipótesis dada es verdadera". (4)

Sin embargo, vale la pena señalar que el conocimiento histórico enfatiza la probabilidad en contraposición a la certeza matemática. Se acepta una hipótesis histórica cuando corresponde a la evidencia de tal manera que cualquier persona razonable debe aceptarla. Esencialmente aceptamos algo que tiene evidencia suficiente para que sea probable. En cuanto a la inferencia al mejor modelo de explicación, uno comienza con la evidencia ya disponible y luego infiere lo que proporcionaría la mejor explicación de esa evidencia. De esta manera un científico puede poner a prueba su explicación propuesta mediante la realización de experimentos, mientras que un historiador probará el suyo al ver lo bien que explica la evidencia histórica.

Por otra parte, son varios los aspectos que deben ser considerados en la reconstrucción del pasado que trata de hacer el historiador a través de la inferencia a la mejor explicación. Esto fue expuesto sucintamente por McCullagh en su influyente libro “Justifying Historical Descriptions” (Justificando descripciones históricas); en él explica los componentes que los historiadores usan para probar una hipótesis histórica (5):
  1. La hipótesis, junto con otras afirmaciones verdaderas, debe implicar declaraciones adicionales que describen datos presentes y observables.
  2. La hipótesis debe tener mayor alcance explicativo (es decir, simplemente una mayor variedad de datos observables) que hipótesis rivales.
  3. La hipótesis debe tener mayor poder explicativo (es decir, hacer que los datos observables sean más probables) que hipótesis rivales.
  4. La hipótesis debe ser más plausible (esto es, implícita en una mayor variedad de verdades aceptadas, y su negación implícita por menos verdades aceptadas) que hipótesis rivales.
  5. La hipótesis debe ser menos ad hoc (es decir, incluir menos suposiciones nuevas sobre el pasado no implicadas por el conocimiento existente) que hipótesis rivales.
  6. La hipótesis debe ser desconfirmada por menos creencias aceptadas (es decir, cuando se asocia con verdades aceptadas, implicar menos declaraciones falsas) que hipótesis rivales.
  7. La hipótesis debe superar tanto a sus rivales en el cumplimiento de las condiciones (2) - (6) en que hay pocas posibilidades de una hipótesis rival, después de una investigación más profunda, superándola en el cumplimiento de estas condiciones.
Aunque esto parece ser un marco ordenado es también el caso que la evidencia histórica puede demostrar ser compleja. Por ejemplo, podría ser el caso de que algunas reconstrucciones puedan cumplir varias de estas condiciones propuestas, pero, aun así, ser deficientes en otras. De esta manera la aplicación de la inferencia a la mejor explicación puede resultar complicada.

Alternativamente, sin embargo, una hipótesis puede tener fuerza en su alcance ya que es capaz de explicar un gran número de hechos relevantes. Si tal reconstrucción supera a otras explicaciones competitivas dado este modelo, entonces McCullagh propone que es probable que sea verdad. Sin embargo, el historiador debe aceptar la hipótesis que mejor explica toda la evidencia. Así, la supuesta falta de acceso directo a los datos no es una piedra de tropiezo para probar la verdad en la historia y así obtener un conocimiento exacto del pasado.
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Referencias:

1. Thomas, B. 1993. The Philosophy Behind Physics. p. 86.
2. Collingwood, R. 1956. The Idea of History. p. 246.
3. Debbins, W. “Introduction” in Essays in the Philosophy of History. p. xiv.
4. Gilbert Herman quoted by The Information Philosopher. Disponible.
5. McCullagh, B. 1984. Justifying Historical Descriptions. p. 19.
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Traducción y edición: Alan Peña

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