San Anselmo de Canterbury



Anselmo de Canterbury (1033 D.C – 1109 D.C)

Nace en Aosta ciudad de la Longobardia en 1033, heredero de un linaje noble del Piamonte. Era hijo de Gondulfo, nobile longobardo, y Ermenberga, pariente de Otto I de Saboya.

Con todo, se puede asegurar que la primera infancia de Anselmo transcurriría en completa normalidad. El hecho de que desde muy pequeño mostrara inquietudes religiosas se debería en gran parte al trato continuo con su madre, quien le habría acercado a sus valores y prácticas religiosas. Por otro lado, no era raro que hijos de nobles vieran la vida monástica como una vía solicitada para perpetuar el renombre de la familia.

Lo cierto es que Anselmo deseaba el ingreso al monacato benedictino desde los quince años, época en la que se le describe como piadoso y estudioso. A esta etapa de su vida sucede una juventud disipada que lo conduce a un conflicto con su padre, lo cual provoca el abandono de su hogar.

Después de algunos estudios preliminares sobre retórica y latín realizados en las ciudades de Borgoña, Avranches y finalmente en Bec, la fama de Lanfranco lo atrae a la Orden Benedictina, aunque al principio, según confesión propia, se sintiera indeciso ante el renombre de este monje al que Anselmo consideraba como un obstáculo en el desarrollo de sus propias posibilidades para hacerse de una carrera eclesiástica. Corría el año 1060 cuando, una vez aclaradas sus motivaciones, ingresa al monasterio.

Es en Inglaterra donde Anselmo, además de filósofo y teólogo, muestra dotes de político apologeta.

La Iglesia vive el momento más cruento del conflicto de las investiduras y él debe defender desde la cátedra arzobispal el derecho que ella "tiene a la libertad" e impedir tendencias cismáticas que amenazaban a su grey. Los monarcas británicos Guillermo el Rojo y Enrique I no harán fácil esta tarea que se había impuesto a sí mismo; pero gracias a esta oposición, se reconoce otra faceta en los escritos de Anselmo.

Fue un monje benedictino y arzobispo de Canterbury, es de hacerse notar que Anselmo es considerado uno de los más grandes teólogos medievales.

Anselmo hizo uso riguroso de la lógica en su pensamiento y escritos lo que reveló su brillante intelecto. Es el padre del Argumento Ontológico a favor de la existencia de Dios (en el Proslogium), el cual prácticamente dice que Dios debe existir por que por la misma definición Dios es el Ser Máximamente Grande y no es posible concebir algo más grande que éste. Pero como es posible concebir a Dios, Dios debe existir porque de otra forma Él no sería más grande que su misma concepción.

Anselmo expresa su Argumento Ontológico de Proslogium, capítulo II de la siguiente manera:

“Por lo tanto, incluso el necio está convencido de que algo [Dios] existe en el entendimiento, al menos, del cual nada mayor puede ser concebido. Porque, cuando escucha esto, él lo entiende. Y todo lo que se entiende, existe en el entendimiento. Y seguramente eso, del cual nada más grande puede ser concebido, no puede existir en el entendimiento solamente. Porque, supongamos que existe en el entendimiento nada más: entonces puede ser concebido para existir en la realidad; lo cual es más grande. Por lo tanto, si eso, del cual nada mayor puede ser concebido, existe en el entendimiento solo, el propio ser del cual nada mayor puede ser concebido, es uno, del cual uno más grande se puede concebir. Pero, obviamente, esto es imposible. Por lo tanto, no hay duda de que existe un ser del cual nada más grande se puede concebir, existe tanto en la comprensión como en la realidad.”

En su más grande trabajo, -Por qué Dios se convirtió en Hombre-, Anselmo explica que por causa del pecado del hombre, solo el hombre podría rectificar y pagar por su pecado. Sin embargo, el pecado del hombre era tan grande que solo Dios podría realizar la apropiada expiación. Por lo tanto, Dios se hizo hombre en Cristo, para perdonar el pecado humano. Mientras Anselmo fue un gran lógico, él empleó su gran intelecto al servicio de la fe, de ahí su lema “Fe buscando entendimiento”.


Pensamiento:

Fides quaerens Intellectum: La relación entre Fe y Razón

Anselmo inaugura en filosofía lo que se llamará la escolástica, periodo que fructificará en las Summae y en hombres como Buenaventura, Tomás de Aquino y Juan Duns Scoto.

Su formación agustiniana, común en el medioevo, le acercará a su intuición filosófica más característica: la búsqueda del entendimiento racional de aquello que, por la fe, ha sido revelado. En el sentir de Anselmo, no se trata de remover el misterio de los dogmas, ni de desacralizarlos; tampoco significa un vano intento de comprenderlos en su profundidad, sino tratar de entenderlos, en la medida en que esto es posible al ser humano. (Proslogio, capítulo 1). 


Esta actitud del "creyente que pregunta a la razón" provoca que en varios de sus textos las preguntas fundamentales queden sin respuestas. La fe ya será la encargada de dárselas. Por ello, se debe decir que no logra hacer una clara distinción entre los campos de la teología y de la filosofía; sin embargo, cabe aclarar, que ello no formaba parte de sus pretensiones y que no era el momento histórico-cultural para siquiera intentarlo. Por todo ello, es inútil y contradictorio al pensamiento de Anselmo buscar una teoría del conocimiento tal cual dentro de sus obras. El dato primario del entendimiento humano, al menos para el tipo de verdades más sublimes, es el dato de la fe.

Anselmo encuentra este método epistemológico del fides quaerens intellectum obligado por las circunstancias. Él mismo comenta que algunos hermanos le habían suplicado frecuentemente que les escribiera en forma argumentativa racional lo referente a los misterios que a diario meditaban sin recurrir, para ellos, a la autoridad de la Sagrada Escritura. Es por este intento de satisfacer las necesidades de sus correligionarios por lo que se decide a empezar un camino sin atender por completo a la dificultad del tema. Esto le ocasionará algunos problemas al principio. Lanfranco, por ejemplo, considerará este método algo peligroso a la ortodoxia católica. Sin embargo, es el inicio de una metodología que reinará por lo menos tres siglos más y que sigue presente en la corriente neoescolástica.



Teología Natural:

Una de sus preocupaciones principales fue la comprensión de aquello que la fe le proponía, por eso, en sus dos obras principales intenta demostrar la existencia de Dios. En el Monologio (1076) expuso diversos argumentos a posteriori, es decir, de los efectos a la causa, de las criaturas a Dios. La prueba tiene tres vías o momentos que, siendo fieles a Anselmo, no deberían confundirse como si tratase de tres pruebas diferentes.

La primera vía se funda en la comunicación que con el Bien Supremo tienen las criaturas. Inspirada en la teoría platónica supone que todas las cosas en las que distinguimos el atributo de bondad participan de una única fuente de esa perfección; porque, siguiendo la misma lógica, si hubiera varias fuentes se requeriría de otra que les participase la bondad y, suponer esto, exigiría un remontarse al infinito de fuentes por lo que no existiría, en realidad, la perfección de la que se hablase, en este caso, la bondad. Por ello, se concluye la existencia de la Fuente Suprema de la Bondad, es decir Dios.


El mismo esquema mental debe seguirse en otro tipo de perfecciones "las cuales son mejor tenerlas que no tenerlas". De entre ellas, escoge la grandeza o vía de la participación en el ser soberano, y la existencia o vía del ser, en las cuales se siguen aplicando los grados de perfección.
Para quien se enfrenta por primera vez a este autor, pudiera parecer un sin sentido el hecho de que se comience a demostrar el origen supremo de la bondad, en vez de empezar a hacerlo por el origen del ser. Pero, para el pensamiento de Anselmo esto era imprescindible, pues, dentro de la propuesta platónica, en la que, en última instancia hunde sus raíces la filosofía anselmiana, la bondad es la idea suprema. En otras palabras, todo cuanto existe, surge como una participación de la bondad.

A partir de esta fuente suprema y primigenia de bondad, grandeza y ser, se concatenan una serie de razonamientos que describen poco a poco la naturaleza y atributos divinos, guiando a la conclusión de que Dios no puede carecer de alguna perfección, porque si no no sería Dios.

Nuevamente, una petición de sus hermanos, le otorga a Anselmo la oportunidad de cerrar el ciclo abierto en el Monologio. Aunque había satisfecho el reclamo de que toda esta disquisición se hiciera sin recurso a los datos de la fe, el texto resultó demasiado complicado para las mentes de los monjes del monasterio de Bec. Por ello le piden una nueva prueba de la existencia de Dios más sencilla. Lo cual desembocó en la composición del Proslogio (1078).

Obras: 


1. Monologio.

2. Proslogio.
3. De Grammatico.
4. De veritate.
5. De De libertate arbitrii.
6. De casu diaboli.
7. Epístola sobre la encarnación del verbo.
8. Cur Deus Homo.
9. Sobre la concepción virginal y el pecado original.
10. De procesione spiritis sancti
11. Las epístolas sobre el sacrficio de los ázimos y fermentados.
12. Sobre la concordia de la presciencia divina y la predestinación y de la gracia de Dios con el libre albedrío.

Además de estas obras se conservan 19 oraciones, llenas de fervor místico; 3 meditaciones y 472 cartas personales. De toda esta vasta producción, sólo el De Grammatico es un libro en su totalidad dedicado a temas profanos, en este caso, se trata de un ejercicio dialético. Todas sus demás obras conservadas tienen una motivación teológica.


Se ha retirado de la lista el De similitudinibus a veces atribuido erróneamente a Anselmo, pero seguramente redactado por Eadmero como apuntes de las lecciones dictadas recibidas de su maestro.


*Comentario:

En el "Stanford Encyclopedia of Philosophy" es posible apreciar una visión biográfica aún más amplia del pensamiento de Anselmo, recorriendo sus pruebas a favor de la existencia de Dios (Proslogium), su concepción de la naturaleza divina, y su recuento de la libertad humana, el pecado y la Redención:

Da clic aquí para ver el extenso apartado de San Anselmo de Canterbury:

http://plato.stanford.edu/entries/anselm/

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