EL MITO DE LA IGLESIA CONTRA LA CIENCIA

En contra de la narrativa popular de nuestra época que plantea que la fe y la iglesia, en particular, están en contra de la ciencia; la realidad es que la iglesia jamás ha sido su enemiga, y cualquier desacuerdo entre ambos, lo cual, por supuesto ha existido a veces, ha sido gravemente exagerado.
Cuando los ateos hablan de la “persecución” que ejerce la iglesia sobre los científicos, por ejemplo, cuentan historias de gente que fue quemada en la hoguera por teorías científicas que reemplazan a Dios. Hablan acerca de Galileo, Copérnico, y Giordano Bruno que fueron torturados por tener puntos de vista “heliocéntricos” del universo. Son dramas emocionantes, pero falsos. 

El historiador David Lindberg, hablando de la era medieval en la que sucedieron supuestas persecuciones, escribe: “No hubo ninguna guerra entre la ciencia y la iglesia[9]. Los historiadores están de acuerdo con que la historia que pone a la ciencia en contra de la religión es un invento del siglo XIX [10]

La iglesia no persiguió a Copérnico o Bruno o a Galileo por sus teorías científicas. Como historiador, Thomas Kuhn indica: “Bruno no fue ejecutado por Copernicanismo sino por una serie de herejías teológicas centradas en su concepto de Trinidad” [11]. Una realidad horripilante, pero no está basada en el conflicto entre la religión y la ciencia.




De hecho, Galilego fue un amigo de la iglesia la mayor parte de su vida, como católico devoto. En 1616 llegó a Roma y se reunió con el papa muchas veces. Conforme avanzó el tiempo, criticó más a la iglesia y sus puntos de vista. La iglesia sí persiguió a Galileo por un tiempo, exigiendo que retractase algunos de sus conceptos heliocéntricos, pero nunca se le acusó de herejía ni se le puso en un calabozo, o se le torturo, como lo indica lo que se ha convertido en mitología popular entre escépticos. 

Él fue sentenciado a arresto domiciliario y luego se le puso en libertad bajo la custodia del arzobispo de Siena, quien lo alojó por cinco meses en su palacio. Galileo después regresó a su villa en Florencia, y continuó su obra científica e incluso publicó antes de morir de causas naturales en 1642 [12].
La imagen tradicional de Galileo como mártir de la libertad intelectual es errónea. Cualquier persecución que él enfrentó representa una “anomalía” como escribe el historiador Thomas Lessl, “una pausa momentánea en la que de otro modo era una relación armoniosa” que había entre el cristianismo y la ciencia. En verdad que no hay otro ejemplo en la historia de la iglesia católica en la que se condenase una teoría científica” [13].

Otro ejemplo moderno de este revisionismo histórico por parte de la los escépticos es la historia de la iglesia medieval que creía que la Biblia enseñaba que la Tierra era plana, y luego reaccionaba con indignación cuando llegó la ciencia y probó que la Biblia estaba equivocada. Esto simplemente no es cierto. Desde la época de los antiguos griegos, la gente sabía que la Tierra era redonda. Observaban que el casco de un barco que salía de la costa desaparecía antes que la punta del mástil, y veían el reflejo de la Tierra en la luna durante un eclipse [14]. Sabían que la Tierra era redonda. El llamado conflicto de la Tierra plana es simplemente propaganda del siglo XIX.





Así que, el profesor de Oxford, Alister McGrath concluye correctamente:

“La idea que la ciencia y la religión están en conflicto perpetuo ya no la toma en serio ningún historiador importante de la ciencia [...] Uno de los últimos bastiones que quedan del ateísmo que sobrevive sólo a nivel popular - concretamente, el mito de la ciencia atea y basada en hechos está permanentemente en guerra con una religión basada en la fe” [15].

*Citas:

9. David Lindberg, “Medieval Science and Religion”, en Science and Religion, Gary Ferngren, ed. (Baltimore: Johns Hopkins University Press, 2002), p. 70

10. Alister Mcgrath, The Twilight of Atheism: The Rise and Fall of Disbelief in the Modern World (Nuevo York: Doubleday, 2004), pp. 85,86

11. Ibíd., p. 110

12. Ibíd.

13. Ibíd.

14. Ibíd,. p. 103.

15. Alister McGrath, The Twilight of Atheism, p. 87

Extraído textualmente del libro “El Problema de Dios” de Mark Clark, Cap 1: “El problema de la ciencia” pág, 26-27.

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